viernes, 28 de agosto de 2009

destroza-meng


El bus nos aparca en la estación y esta ciudad parece bastante grande y nosotros estamos bastante rotos así que Potter ni corto ni perezoso agarra a un conductor de ojek (lo que viene siendo una amoto) por el brazo y le dice: nene, venga enrróllate por dos rupias que queremos que tú y tu amigo nos depositéis en el hotel.
El careto del amotero es un poema, el compi sube la ceja, se miran y nos dicen ok.
Así que después del apaleamiento del bus, nos regalamos una azotaina de amoto.
Y encima el casco me queda como el culo. Sólo faltaba eso, si la peña ya se descojona de mí sin aderezos, namás faltaba endiñarle un casco al toppo.
Recepción de hotel: ininteligible conversación en bahasa. Estamos media hora para hacernos entender y con el cansa-meng viene de acompañante la risita histérica.

Hemos conseguido una habitación y cuando subimos y abrimos la puerta, lo flipamos: una putita latita de sardinitas. Entramos de lado. En la cama a la mínima que te giras, te comes la pared. A mí ya me da tó igual, porque en cuanto caiga en el sobre, perezco ahí mismo y ya no me muevo hasta más ver.
Tras un merecido descanso, parece que nos hemos desentumecido y quitao la lerdez de encima y nos vamos a dar una vuelta, que con la caldufa que mete, apetece.

Necesitamos otro guía porque queremos ir a petar al quinto huevo hacia el norte a la izquierda, así que nos fiamos de la biblia viajeril y nos ponemos en coñtacto con el recomendao.
Nos hacen esperar en la recepción apestosa de un hotel y a Potter le ha entrao el ataque de cortarse las melenas (pobre hijo), pide que le indiquen ánde cortarse el pelo y se larga.
Me quedo de vigía. Al cabo de unos 15 minutos aparece Potter rapao y con tó el resto de pelillo por el cuello y parte de camiseta. Un poco de repelús sí que da pero como ya he mencionao en otras ocasiones, el mundo higiene se mueve en otra dimensión por estos lares.

Potter pide dirigirse al lavabo para quitarse las pelusas y justo detrás aparece un señor bigotudo que se identifica como el que nos va a hacer las veces de guía.
Creo que estoy todavía en estado de rampa mental porque parece que este tío habla para adentro. Le comentamos lo que queremos hacer, que lo queremos pa mañana, apañamos precio y sale esperitao a por víveres.

Como estamos vapuleaos nos vamos a cenar algo pronto y al sobre, que en este caso sería un sobre de tarjeta de visita.

Al día siguiente se presenta el que habla p'adentro. Y síp, habla p'adentro. Mi agilipollamiento no era tal. El pavo es, cuanto menos, discreto.

Nos dirigimos hacia Muara Muntai éso significa que hemos de coger una cafetera de bus por un camino de cabras durante 3 horas hasta llegar al río ande pillaremos una barquichuela que nos llevará durante 2 horillas más hasta la localización requerida.
Pensar, lo que se dice pensar, uno no piensa las cosas porque si no, no las haríamos.
Como por ejemplo, pillar a este guía que cada vez está más mudo. Me voy a hacer con un sacacorchos por si tengo que intervenir.

Nos chupamos las pertinentes horas de cafetera, con avería incluida y achicharramiento en carretera. Y luego nos endosamos las otras horas en barca que es el colmo de la incomodidez.
A estas alturas del relato no sé cómo describir el estado de mi trasero. No sé si he comentao alguna vez que vengo dotao de serie con una rabadilla acabada en punta de flecha, cosa que convierte la tarea de estarse sentao durante mucho rato en un tormento.
Llegamos al fin y me alivio el pompis dando unos cuantos saltironets y estirando las piernas. Muara Muntai es guapísimo. Está construido literalmente encima del río y las calles son todas de madera. Para ser un pueblo pequeño, tienen una cantidez de mezquitas apiñadas por metro cuadrado que da hasta un poco de yuyito.
Hay que comer y el bigotudo nos lleva a un chiringuito que está a la vera del río. Comemos dentro y de hecho lo que hacemos es cocernos dentro. No hay ventilación, ni nada. Sólo chicharra.
Para tomar el café nos apetece que nos dé el aire y decidimos sentarnos en el banco que hay fuera, dando al río. Nos apoltronamos ahí con el cafetillo y la maestra de ceremonias se apresura a plantificarnos encima de los morros una lona opaca a modo de cortina, con lo cual no vemos una mierda de río, ni de nada.
Bigotudo en su aspiración verbal nos dice que es por el ramadán, que no podemos comer, ni beber, ni nada en público. Así que prefieren cubrirnos en lugar de avisarnos.
Menos mal que nos lo ha dicho a tiempo porque estábamos a punto de asesinar a la señora maestra jodeplanes.
Justo en ese preciso instante pasan por delante nuestro unos delfines de río nadando. Alucinante.
Físicamente son raros y psicológicamente yo diría que también porque mira que querer nadar en esta agüilla tan pero que tan guarrilla...
Nos entra el baile de San Vito porque no podemos esperar hasta la tarde para ir a avistarlos río arriba. Lo queremos todo y lo queremos ya. La celebración de San Vito se nos pasa rápido porque bailar con este calor es un suicidio.
Llega la hora del paseo en barca. Yo me he hecho unos cuantos "Ooms" y he hablao con mi rabadilla para que se quede en reposo y no dé por culo, nunca mejor dicho.
Para llegar a la barca, hemos de bajar por una escalerilla hecha con cuatro troncos. Bajo sin mirar, si miro me da vértigo y la cagamos.
Trayecto imponente, hemos coincidido con un martín pescador con una paleta de colores que ni el Custodio Dalmau. Y vemos delfines, por supuesto. Lástima que son de naturaleza vergonzosa y no se acercan lo suficiente para realizar un examen pormenorizao.
Empiltramiento a eso de las 11 y cuando ya estamos en plena fase REM, los megáfonos de las mezquitas de los cojones empiezan a emitir una serie de cánticos de música máquina árabe a dos millones de decibelios que levantan a un muerto.
Es el puñetero ramadán. Cuando no llaman a oración, llaman a comer. La madre que los matriculó. Una vez se han callao volvemos a planchar oreja sin dar crédito a lo que acaba de acontecer y media hora más tarde, que ya tenemos el sueño cogido de nuevo, los desalmaos de los jovenzuelos del pueblo se han facilitao cacerolas y otros instrumentos y no hacen más que ir y venir por las calles pegando alaridos y cantando la canción del Georgie Dann indonesio. Durante una hora más.
No podemos cagarnos más en todo porque ya no nos queda kaka en stock. Hay que joderse y esperar a que estos desalmados nos dejen sobar deunaputavezyahombreya!
topporebotado