sábado, 29 de agosto de 2009

de aquí para allá



Amanece, día legañoso ande los haya.
Habrá que darle de comer lenguas de gato al guía porque está escasito de explicaciones.
La agenda de hoy incluye martirio de dos horillas para mi coxis. Lástima que sean musulmanes y no vendan alcohol porque ahora mismo me metía un par de lingotazos de alcohol de quemar, por eso de amortiguar y acabar perdiendo el coñocimiento.
Esta vez cruzamos un lago de proporciones inconmensurables. El paisaje transmite una paz de ésas que te hacen dar cabezaditas. Todo agua y un poco de brumilla, así que a veces al mirar al horizonte, confundes el agua con el cielo.
Menos mal que de vez en cuando nos cruzamos con algún que otro pescador con su sombrero cónico para que no se le fría la cocorota. Tienen más moral que el alcoyano (alguien me tiene que explicar qué coño ha hecho el alcoyano, por cierto).
Llegamos por fin al último pueblo del trayecto norteño, Tanjung Issui. Al bigotudo le han sellao la boca con silicona y ahora solamente emite monosílabos. Como me caliente le voy a arrear un par de sopapos que va acabar hablando como el pájaro loco.
Menos mal que hemos decidido estar aquí un día nada más porque este pueblecillo tiene encanto mínimo, comparado con el resto que hemos visto.
El bigotudo está empeñao en llevarnos a ver los cementerios de la zona y todavía me estoy preguntando el porqué.
Nos hemos hecho con una baraja de dominó y hemos encontrado la coñexión con el bigotudo. Al tío le mola jugar y nos enseña. Cuando ve que tengo potra y gano, ya no le gusta tanto. Yo me emociono y me veo en las Vegas haciendo saltar la banca. Otra cosa no, pero imaginación no me falta.
Dormimos en una casa comunal "de luxe" y al día siguiente nos metemos el palizón de volver hasta Samarinda, prácticamente todo el día viajando de vuelta. He conseguido pulverizar mi rabadilla.
Llegados a Samarinda, decidimos rescatar el resto del equipaje del hotel de la lata de sardinas e irnos a buscar otro con un pelín más de espacio vital. Lo conseguimos y nos largamos a papear algo. Coincidimos en el "prime-time" musulmán de hora de cenar y hay que entrar dándose de piños en el restaurante porque aquí la peña tiene un hambre canina. (todo el día sin comer, no te jode).
Normal que el sitio esté a reventar, la comida está buenísima aunque todavía no hemos podido descifrar cómo cojones se pronuncian las cosas.
Después de cenar y como todavía es pronto, entramos en una especie de centro comercial que tenemos enfrente y acabamos confirmando que lo hortera aquí cobra una nueva dimensión. Así que decido no hacerle la putada a nadie de llevarle un souvenir que tendrá que tirar namás salga por la puerta.

Toppoconsiderao