domingo, 30 de agosto de 2009

cambio de tercio: Flores.


Sí, lo sé. Llevo un retraso de tres pares de pelotas. He sido consumido por un torbellino de vaguería escritora y un arrastramiento acojonante. Así que sigo el orden coñológico de los acoñtecimientos y la fecha será la que tocaría que fuera, aunque lo haya escrito para año nuevo.
Tras muchos días de dormir a medias, por el suelo o en camas que se hunden por el centro, conseguimos reposar en una bastante normal y así prepararnos para los trasbordos: Borneo-Jakarta-Bali y al día siguiente: Bali-Flores.
En Bali sola-meng pernocatmos, por tanto, no tengo experiencia a relatar.

Curioso el hecho de que aunque todas las islas forman parte del mismo país, las razas cambian de isla a isla. Tampoco es de extrañar, porque unas están a tomar por culo de las otras, y así como en Borneo tienen los ojos más rasgados tipo filipinos, en Bali son más indios y en Flores parecen maoríes. Para que os hagáis una idea Flores ya queda bastante cerca de Papúa/Nueva Guinea.

Así pues el rollito reinante en las islas se corresponde un poco con la religión. En Borneo: más rigidez, (tápate que si no pareces un putón desorejao) y en cuanto viajábamos más hacia el este, se nos presenta algo más de laxitud. Una vez plantaos en Flores, nunca mejor dicho, se respiraba un rollito así como: rasta, peace & love, man.
Aterrizaos, empanaos y achicharraos, nos asaltan los taxistas pa llevarnos a la ciudad.
Agobio, desperece, negociación y acomodamiento en taxi. El taxista namás llegar ya quiere saber cuándo nos vamos a largar y hacia dónde nos vamos a dirigir.
Empezamos a notar que hay una especie de negocio montao en esta isla que da ganas de apretar a correr.
Para moverse por la isla de punta a punta parece ser que hay sólo dos opciones:
Bus público igual a tartana, o sea: doscientas horas por carreteras chungas, esto equivale a siete días o más para llegar al otro lao muerto. No nos va bien, no tenemos tanto tiempor, ni ganas de fenecer en ruta.
Taxi privado me apunto al rollo y te tomo el pelo y por el mismo precio te hago de guía turístico: vale una pasta y lo hacen en cinco días.
Tampoco nos va bien. Hay que buscar solución y compartir taxi o robar uno.
Mierda: no sé hacer puentes. Ya sabía yo que me faltaban más clases de práctica de coñducción.

De momento estamos descansando en una terraza, esperando que venga un barquito a recogernos. Tuve la brillante idea de leer la guía y decidí buscar alojamiento en un sitio donde nadie viniera a tocar los huevos. Encontré plaza y la reservé. Un bungalow en la playa. Mola. Lo que no sabía era que la islilla en cuestión estaba doscientos cincuenta millones de años luz de la capital.

Ya he dejao claro anteriormente que soy imbécil. Lo que no había detallao, creo, es que tengo una imaginación desbordada y que mi idea, previa búsqueda de fotos del lugar por internet, era una islilla paradisíaca del Índico. Pos no. Isla lo es, pero normalilla. Tampoco para ir orgasmeándose por ahí.

Para llegar hasta allí, nos vienen a buscar en un barquito hecho de maderillas. Al llegar, hay que saltar al agua, con cuidao porque la marea está baja y uno se puede rajar los pinreles con los corales, etc. Hemos tardao hora y media a paso tortuga. Suena bucólico de la leche, en realidez no lo es. Ni práctico, tampoco. Uno tiene que saltar de la barca con las chanclas en los morros y la mochila en la espalda y si eres de naturaleza patosa, tipo yo, acabas con un coral pegao a la frente de souvenir. Soy un unicornio.
Sin embargo, una vez descuernao, el rollo de la isla mola, sólo hay seis bungalows en la playa. No hay mosquitos porque no hay agua dulce, eso significa que tenemos restricción en cuanto a horas de ducha y también en cuanto a electricidad. Para el mundo inodoro hemos de bajar a la playa y rellenar un par de cubos grandotes que tenemos a nuestra disposición en el bungalow.
Todo esto suena muy divertido en tanto y cuanto no te coja un ataque de ay,ay,ay desmesurao y necesites agua ipsofácticamente.
Menudencias aparte, los dueños del bungalow tienen por ahí un par de ciervos, sí, sí, ciervos, ovejas, un perro que es una amenaza para cualquier tobillo, pollos, gatos superplastas y no sé qué coño de animales más. Normalmente andan sueltos, lo que significa que ir descalzo por la playa es motivo de andar dando saltos pa no pisar las bolitas de las ovejas.
Hay otro pequeño detalle que no tuvimos en cuenta cuando reservamos el bungalow en la islaatomarporculo, y es que: Potter se ha venido aquí con el objetivo de hacer submarinismo y yo, me apunto a hacer snorkeling ya que el traje de buzo me hace parecer mu gordo y la máscara de oxígeno me da yuyito gordo y "miedor".
Para hacer submarinismo, las empresas están en la capital y tienen que venir a buscarnos namás amanecer para reunirnos en el puerto principal, llenar el barco y largarnos a congeniar con Nemo y colegas.
Endetotá, nos hemos apuntao y nos tenemos que levantar a las 6 de la madrugué o antes para estar listos cuando nos recoge una zodiac que nos lleva literalmente cagando ostias al puerto.
Jesús! qué velocidad! y qué de baches, la madre que lo parió! Tengo las vértebras temblandico y la rabadilla que me había descansao un par de días, en plena manifestación.

Primer día de submarinismo: mu bien. Potter ha salido del agua con la frente ensangrentá, con la emoción se ha acercao más de la cuenta a un pez y se ha acabao rozando con un coral. Yo estoy de reportero en cubierta, haciendo fotos y de tanto en tanto saltando al agua pa snorkelear. Básicamente para que no me salte la piel a tiras porque el vientecillo/brisa es matador y en vez de un roedor acabaré pareciendo una puta langosta.
Día placentero, socializamos con la peña submarinista. El más enrrollao: Jorgito, un americano de Louisiana, majete y jovenzuelo. Hay una pareja de ingleses que parece que lleven un àrbol de navidez encastao en el culo. Y una pareja de americanos que tienen una cultura limitada, digamos.
Tras día en remojo, nos devuelven hacia las 4 a la islita del bungalow. Cuando pongo pies en tierra, tengo sensación de estar todavía navegando. Que alguien le dé al stop, sino amenazo con arrojar.
Las ovejillas y sus cacas nos dan la bienvenida, también el perro, que tiene un afán de pierna y tobillo humano, pasao de vueltas.
Cena: ¡¡¡nos hemos zafao del arroz!!! No quepo en mí de gozo. Aquí se curran la comida de una forma espectacular, está tó buenísimo.
Ahora al catre, mañana toca barco otra vez pa veinte mil leguas de viaje submarino.
Total pa dos o tres días que nos hospedamos en la islilla y no vamos a estar más que pa cenar, manda huevos.

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