domingo, 26 de septiembre de 2010

el fantabuloso mundo de la pintura



Aprovechando un fin de semana largo como éste, nos ha dao el puntazo de empezar con la bricomanía. Potter se ha pillao un hacha del tamaño de un mamut y yo me he plantao la chapela roja que tenía para este tipo de ocasiones.

Al cabo de nada, me he tenido que quitar la chapela y Potter dejar el hacha, porque de hecho, lo que queríamos hacer era darle un repaso al baño, que estaba viejo de cojones, como la casa.

Creo que ya lo he mentao otras veces que vivo en un piso céntrico y barato, o sea guay, aunque más viejo que el ir a pie, o sea pestes.

Estábamos hasta las gónadas de los azulejos verde hospital del baño (de origen), y del color violeta oscuro para la pared del comedor (de origen de nuestra creatividad), así que nos hemos armado de paciencia y aprovechamos el viernes (y el sábado y el momingo) para empezar a guarrear por las paredes.

Uno no es consciente o no se acuerda nunca de lo que significa ponerse a pintar en casa. Se ha generao furia desatada de polvo de varios colores, priman el blanco y el verde hospital.

Con la polvareda chunga ya contaba, con lo que no contaba es con la cantidez de técnicas que se tienen que utilizar para cubrir la puta "rachola".
De buenas a primeras hay que imprimar, y no se trata de poner el azulejo en la impresora, nop. Se trata de pasarle una capa de tinte que lo que hace es darle una textura que haga factible que la pintura agarre después.

Rodillo en mano empecé a imprimar y he acabao con los carpianos agarrotaos y con rozaduras en las palmas, creo que me he pasao dándole fuerza al rodillo, cachetas que soy. Me he agarrao un colocón de narices. Donde esté la imprimación, que se quite cualquier psicotrópico al uso.

Ya he comentao otras veces que soy un personaje pegadito al suelo, eso me ha comportao bastante dificultez a la hora de llegar a las baldosas de gran altura o altura media, según quien lo mire, y he terminao eslomao, esriñonao y hecho un cuatro.
Potter se ha peleao con el comedor, y cuando he salido del baño, la pared había explotao literalmente, tiene tantas capas como una cebolla, y raspando, raspando también ha aparecido el puto color verde hospital. Está por todas partes, el joputa.

Como somos tope modernos, tenemos unas cuantas habitaciones sin puertas, así que la mierda se ha esparcido a la velocidez de la luz por toda la casa. Ahora todo tiene un halo verduzco-polvoriento.

Cuando lo he visto, me han entrao ganas de irme por patas a vivir a casa del vecino.

Potter, que se ha ensumao mis viles intenciones, me ha echao una de esas miradas, de "aquí follamos todos, o tiramos la puta al río", así que he agachao las orejotas y me he quedao, he ido en busca de la escoba y el recogedor y he empezao una batida en contra de la guarrería.
Y luego le ha tocao el turno a la fregona, que ha acabao verde como el polvillo, y cuando he tirminao, me ha hecho un corte de mangas y se me ha suicidao ahí mismo.

Ahora estamos a medio hacer, nos hemos quedao sin pintura y abrá que ir a proveerse de más cuando abran las botigas.
Por el momento, no podemos invitar a nadie a casa, le quitamos la puerta al baño, así que como alguien quiera ir, en un descuido le vemos la trompa o el arco del triunfo al convidao en cuestión.

Una vez hayamos tirminao, el baño va a quedar tan blanco que vamos a tener que entrar con gafas de sol, y yo voy a tener que ir a un hospital a que me hagan un ingerto de manos nuevas.

toppopintor que no pinto con amor

lunes, 6 de septiembre de 2010

polos opuestos


El pasado sábado me armé de valor y me fui pal gimnasio a hacer spinning.
Se nos presentó una profa, Anastacia (delirios de grandeza con los nombres la peña. ¿No se dan cuenta los progenitores que no estamos en Rusia y que no se va a convertir en una zarina o qué?) En fin, la mendas en cuestión era una caña, no sé qué desayunó, lo que sí sé, es que tenía energía positiva en cantidades industriales y que acabamos la clase con la bici echando humo.

Terminé derrengao, contento y sudao hasta las pestañas. Luego me fui a dorarme al solarium un rato, vuelta y vuelta que se dice y después, pa casa a papear.

En el camino de vuelta a mi kely, me dejé caer por el super, que hacia las tres de la tarde estaba desolao. Pena que da ya de por sí cuando un comercio está vacío; más desespero me dio cuando caí en la cueng de que el hilo musical ameniza a los empleados con Julio Iglesias cantando "un hombre solo".

Entré esperitao, cogí el helado de chocolate que buscaba, pagué y me corté las venas delante de la cajera como protesta. Luego me las estrujé un poco pa dejar mi impronta allí mismo. Dejé un merdé de los guapos y me largué.

Yo que venía de tan buen humor, vitaminao y mineralizao después de la spinning-pizpireta, qué ganas de deprimirse, la madre que los parió.

Toppodesquitao