lunes, 9 de agosto de 2010

armarse de paciencia


Por la mañanita recogemos bártulos. Ya empiezan las cosas a multiplicarse y a hacer más bulto de lo normal y no me caben en la mochila, cagoentó ya hombre. Refunfuño. Pego cuatro puñetazos a la susodicha, me siento encima y cabe tó.
Comparao con Potter que es el colmo del orden, todavía me doy más rabia a mí mismo. Lo mío debe ser la teoría del caos.

Nos dividimos. La Niña de los Dedales, VacacionAlf, Campanilla y Peter Punk se van a por los paquetes de accesorios que la Niña compró ayer. A mí me da la impresión que ha comprao como pa el Cutre Inglés pero como no tengo ni puta idea de comercio al detalle, mi opinión no la mento.

Potter y yo volvemos a cambiar panoja y a hacer unas compras tontas del tipo: corta-molusquitos, pinzas pa recogerse uno el pelamen porque me ha crecío el pelo, parezco un teleñeco y no veo ni guarra.
Vamos ya por el cuarto puto cortamolusquitos que compramos. Cada vez que embarcamos con el petate al hombro, lo dejamos en tierra, y cuando llegamos a destino tenemos que comprar otro. Así que tengo una colección de cortamoluscos en casa que en nada voy a abrir un uñas a mil de ésos.

Cuando el batallón de accesorios llega al hotel, recogemos todo, repetimos operación de grand taxi de la primera nuit y nos lleva a las oficinas de alquiler de run runeo.
Seguimos con el horario nuestro local puesto, está cerrao. Hay que esperar hora y mierda. Cacotas.

Nos vamos con las maletillas al hombro hasta el bar más cercano a simplemente estar e intentar no escalibarse uno más de lo que ya está.
Comemos y llega la hora de ir a hacer la gestión de los coches.

Realmente aquí la prisa mata y yo en breve voy a matar a alguno de los de la oficina porque me pongo nirvi de verlo todo al ralentí. Mira que lo teníamos práctica-meng atao por internet, pues con todo y con éso, nos hemos tirao casi dos horas más en la oficina cerrando la gestión. Y por si fuera poco, una vez nos hemos pirao del rentacar, caemos en la cueng de que le han endiñao a Peter Punk un coche con la dirección jodida. Así que toca volver a la oficina para que nos cambien el coche de nuevo. Tócate lo que no suena, y vamos a tener tiempo de tocarlo varias veces.

Peter Punk se ha empreñao con razón porque le cambian el coche, sí. Que funciona bien, sí. Pero ahora es un coche de liliputiense, no le caben las piernas y no tiene radio. Él quería seguir la lista de los 40 principales marroquíes que parece que son lo más. Lo coge igual y ponemos rumbo a Essaouira.
La mierda de la gestión del coche nos ha hecho perder como tres horas, el tiempo que tardábamos en llegar allí.

Mientras esperábamos a que le dieran el coche de repuesto a Peter Punk, han aparecido una pareja de pijos: ella anoréxica y tan morena que se le ha cuarteao la piel y él con el pelo larguito así medio ondulao, polo de color amarillo limón pa que se vea lo morenazo que está y asomando curva de la felicidez pa compensar a la otra, que se la va a llevar el viento. Y como se descuide la aplasta y la deja como un sello de colección.

La Niña de los Dedales, toda solidaria, ella, les comenta que no se dejen enchufar el coche que acabamos de cambiar, que es una basura, etc.
Los hipijos estos la miran primero contrariaos y luego con aire de condescendencia y sonrisilla que asoma por la comisura de los labios y le dan las gracias.
Al cabo de una hora de estar en ruta, nos han adelantao con un 4x4 de puta madre y nos han saludao. Cabrones.

La ruta hacia Essaouira es una auténtica caña, hemos pasado varios pueblecillos perdidos de la mano de Dios y hemos visto estampas dignas de la época medieval. Abuelillo andando al lao de un borrico que lleva al nieto, tós andrajosillos. Dan ganas de apadrinárselos y llevárselos pa casa y meterlos en la lavadora con centrifugao y todo, programa largo.

Con tanto retraso nos hemos perdido la puesta de sol de Essaouira, hemos llegao rozando el larguero, que aun da más por el saco. Como dormimos dentro de la medina, nos toca dejar el coche aparcao al ladito de una de las entradas de fuera, dónde hay un montón de pillulis que te guardan el coche, previo apoquina-meng de 10 dirhams = 1 jiro.
El mundo pilluli crea gran conmoción en el grupo y estamos un rato debatiendo de si les confiamos los carros o nos largamos a otra parte y si no encontramos sitio, nos lo aparcamos en el orto. Así que como ninguno de nosotros tenemos espacio suficiente en el mismísimo, los dejamos ande están.

Cansaos ya de tanto trajín y discutir, nos largamos pal riad.
A ver si esta vez he hecho bien la reserva. Las piernas vuelven a hacerme higo hasta llegar a la recepción.

Topponomefíodemímismo

2 comentarios:

Amparo dijo...

Me va a ser muy difícil viajar a Marruecos sin llevar a un toppo al lado :-)

topogiggio dijo...

¿te fiarías de un topo que hace mal las reservas?