miércoles, 6 de octubre de 2010

Trabajos caseros, S.A.



Sumando y siguiendo con el mundito del parcheo hogareño, el pasao sábado Potter se levantó con una energía inusitada y se empecinó en continuar con el cuarto de baño. Se pilla la lija y venga a quitar desperfectos de los azulejos. (Seguimos en el baño).

Yo, que últimamente estoy falaz, le digo que ahora voy, pero en realidez paso del Potter, quiero conservar mis manos unos añicos más y me dedico a la vida contemplativa un rato.

Me dejo llevar por un arranque marujil y me pongo a hacer croquetas de pollo. Tenemos un pollo a l'ast que no nos cabe en la nevera y hay que hacer sitio, así que entomo la tarea con gran afán. No me recoñozco.

En un principio, barajo bien las proporciones. He llorao a moco tendío al picar la cebolla, sensible que es uno, y me he convertido en Toppomanostijeras pa desmenuzar el pollo. Controlo la harina para que la pasta no me quede como la argamasa y empiezo a darle voltios con la leche, a ver qué tal se porta el mejunge.

Voy bastante bien. No se me ha quemao nada. Hay pollo pa parar un trolebús así que hago quintales de masa. Échale porlan. Me entran las dúbidas con el punto justo del espesor y me animo a echar leche con una alegría digna de los payasos de la tele.

Lo pongo a enfriar. Espero y de mientras, me hago el longuis por casa. Potter ya ha lijao 3/4 partes del lavabo. Se me escapa la risa cuando lo veo salir bañao en sudor, cagándose en la puta que parió a las racholas y pidiendo a gritos una ducha.

La masa está lista para construcción de croquetas y ahí voy. Se me caen las bolas al suelo cuando empiezo con la dinámica de: coge pasta, pásala por el huevo (batido, se entiende) y luego por el pan rallao. La pasta es demasiado líquida y se me resbala cosa mala.
En este momento tengo disfunción neuronal y me cago en todo. Monto las croquetas de los cojones como puedo. Me han salido unos 25 croquetones; como sigo tradición familiar con esto de los tamaños, lo mío no son croquetas, son bombas. Resumiendo: tengo croquetas para aburrir.

Por la noche, se me ocurre poner a freir unas cuantas para hacer el tastet y como soy un cocinero en prácticas, y la masa era demasiao líquida, se me han reventao un poco a media fritura. En uno de estos reventones, por un segundo que me despisto, se me ha rebelao el aceite hirviendo y me ha saltao un goterón al ojo derecho. Golazo en pleno centro de la portería ocular.

He pegau un alarido que le hubiera puesto los pelillos como escarpias a cualquiera. Me he quitao el ojo y lo he puesto debajo del chorro de agua fría. Me lo he vuelto a colocar y me he quedao así como agilipollao el resto de la velada.

A la mañanita siguiente, me levanto con el ojo hinchao que ni Rocky, vamos, y me voy por patas a urgencias oftalmológicas, que ya tienen una foto mía en recepción de socio honorífico porque este año me he personao ahí un montonazo de veces.

El doctor me dice que no ve ni rastro del aceite pero sí que ve inicio de infección conjuntivítica. Me enchufa un colirio fosforescente en los faros y luego voy regalimoso de fosforito. Me doy grima a mí mismo y al Potter, también.

Llevo toda la semana enchufándome antibiótico y viendo raro por un lado. Al menos no me han puesto el parche de antaño que era un engorro para mí y un cachondeo para el resto de los mortales.

Toppo el rigor de las desdichas