lunes, 11 de octubre de 2010

Farrica homenaje al Sarcastrómetro






Hace ya un tiempito que Sarcastrómetro nos comentó que se casaba contra Chicarrón del Norte, así que entre unos cuantos miembros del grupeto, decidimos compincharnos con el susodicho y organizarle un secuestro sorpresa.

No iba a ser una de solteros despedidos al uso, porque a ninguno de los componentes del grupeto nos sulibeya ir con un miembro de latex a modo de diadema en la cabeza, ni agarrándolo por la calle a voz en grito.

Campanilla planteó endiñarle una txapela y diseñar unos choricillos pa colgárselos al Sarcastrómetro como si de una bufanda se tratase. A los demás nos pareció cojonudo.
Así que nos presentamos en su casa chorizos en ristre y txapela puesta. Menudo cuadro. Parecemos la ertxaina.
Al Sarcastrómetro casi le da un pasmo cuando suena el timbre, mira por la mirilla (idiotas de nosotros no hemos caido en que la usa) y claro, nos ve. Echa un gritito: ¿?¿QUE?¿?¿
Y abre la puerta a cuatro energúmenos con vino, chorizo en mano, txapela y sonrisa profiden.

SOOOORPREEEESAAAAAAAAA.

El Sarcastrómetro está con la sensibilidez a flor de piel y se nos emociona con la ristra chorizos al cuello y la txapela encasquetá en la cocorota. Le secamos las lagrimillas y como no hay tiempo que perder, descorchamos botella de vinico y unas pastitas por aquello de matar el gusanito.
Nos echamos unas risas y nos lo llevamos a cenar.
Pasamos por el fotocall: txapelas, chorizos y poses. El colmo del glamour.

El Sarcastrómetro anda un pelín acojonao por si le tenemos más sorpresas preparadas.
Tranqui colega: vamos a hacer clásico recorrido de antaño.

Durante la cena, charlamos de lo divino y lo humano. Blabla y Loyalwomeng coinciden en que últimamente el tema de los salarios es una puta mierda, cobramos ahora menos que antes. Nos autoproclamamos la Generación Cangrejo y desbrindamos por ello.

A todo esto cuando ya hemos tirminao de cenar, Deakíparallá se presenta en el restaurante. Se ha escapao de sus compromisos operísticos y se viene de parranda. Le falta tiempo para pedir la carta y ponerse al día de vino.

El hecho de tener jet lag de horario cenil entre unos y otros, nos hace meterle caña al consumo de vino que, así como quien no quiere la cosa, ya serán 4 las botellas que nos hemos pimplao (2 en casa Sarcastrómetro y 2 en el restaurante). Se nos acumulan los brindis, tú.
Chin chin por Sarcastrómetro, Chin chin por Chicarrón del Norte. Chin Chin por los chorizos y toooda una retaíla de improperios en cuanto a los chorizos y sus diferentes utilidades.

Una vez terminadas reservas de vino y usos choriciles, atacamos la ronda de carajas y postres y nos largamos a por la primera copa. Que no decaiga.

Nos vamos de visita al Glaciar y ocupamos una mesa de la terraza a esperar que caiga la tromba acuífera que nos ha prometido Tomás Molina.
Dejo a la troupe en la terraza y me largo en un tris a buscar panoja al cajero.
Cuando vuelvo, todo el mundo está servido y yo tengo una sed infame. Le pregunto a Blabla si lo que hay en un vaso ahí puesto es agua, me dice que sí y me lo tomo de un trago. Es tequila. Cabrona. Me veo inmerso en una espiral pedil de órdago.

Tras ingesta de un juanantonio (gintonic para el neófito) nos vamos al Karma, intentamos convencer al portero de que nos deje entrar por el morra-meng con el manido discurso que hemos utilizado cienes de veces: que si somos clientes habituales, que si siempre entramos por el morra-meng, etc, etc; El pavo pone cara de circunspección y nos cobra entrada sin dilación. Hemos perdido el poder de persuasión, si es que alguna vez lo habíamos tenido.

De la última vez que estuve por estos lares creo recordar que la música no era una peste bubónica como ahora. Me largo al baño y cuando vuelvo me pierdo y no encuentro al grupeto. Parece que en un abrir y cerrar de ojos se ha multiplicao el aforo por mil. Doy un par de vueltas por el sitio este y no hay manera de dar con Sarcastrómetro y secuaces. Me empiezo a cagar en el tequila, el vino y la ingesta de alcohol en general y subo arriba a que me dé el aire. Voy a tener que comprarme un GPS para orientarme.

En la entrada se me presentan tres mocetones de los Países Bajos y me preguntan qué tal el sitio. Les miento y les digo que genial. Y entran. Me parto la caja y entonces veo que sale Loyalwomeng y me dice que se larga, que está petao y que ya hablaremos. Le pregunto por el resto y me dice que no se han movido de donde estaban. Así que me recontraconfirma que llevo un pedo de colores y bajo a por el resto de la expedición juerguil. Nos largamos por patas.

Deakiparallá nos deja y el resto emprendemos caminata hacia el antro por antonomasia llamado Papillon - Sitio escoba dónde acaba petando lo mejorcito de cada casa y con nombre de puticlub ponferradino según el Sarcastrómetro.

No han abierto todavía y se nos ocurre ir a hacer tiempo al Magic. En la puerta nos avisan de que queda media hora pa cerrar. Reunión grupal: ¿qué hacemos? Hay ganas de juerga pero no hay ganas de apoquinar para que nos echen a los cinco minutiglios.

Desandamos el camino en medio de una tromba de agua legendaria y nos volvemos a aporrear la puerta del Papillon puticlub ponferradino. El tío de la puerta asoma la nariz y nos susurra que no seamos plastas, que nos esperemos media hora, que está cerrao. Le pongo cara de pena y le digo que vengo arrossegando la bufeta, que la tengo sin ni una arruga y que me va a explotar. Déjame entrar por tu madre o me lo hago en la puerta. La amenaza surge efecto. Luego me echa de una patada en las posaderas.

Hemos quedao debajo un paraguas Campanilla, el Sarcastrómetro y mendas. Rezumamos agua y alcohol a partes iguales. Nos miramos y damos una penita inconmensurable. Decidimos asaltar un par de taxis e irnos a empiltrar previo paso por la secadora.

Cuando me levanto por la mañana tengo a Manolo el del Bombo en el tarro, cosa harto desagrable. Me endiño un Alka seltzer y me guardo la cabeza en el congelador hasta más ver.

Topporesacoso