martes, 8 de febrero de 2011

los plastas

Parece ser que tengo un estado de salud un tanto lamentable, por así decirlo.
Sí, lo sé, no es ninguna novedez.

Resulta que la semana pasada me debió pillar justo en medio un remolino de ventolera y agarré por banda un constipao de putísima madre; cosa que me hizo permanecer un par de días medio agazapao en casa.

La guisa que me gasto cuando estoy chunguito es para apretar a correr y no parar hasta Sebastopol, hecho éste que no es óbice, valladar ni cortapisa para los ultraplastas de comerciales de cualquier empresa que se gastan unas estrategias de lo más agresivas a la vez que incordiantes.

Primero aporrean todos los timbres del interfono (con la palma de la mano), algún vecino imbécil (que los hay) les abre la puerta y entonces suben a usurpar la apacibilidad y sosiego que tiene uno en su kely.

El otro día me tocó a mí y sin comerlo ni beberlo, me aporrea la puerta- ¿este anormal no tiene timbre en su casa o qué?- la entreabro haciendo cabriolas para que Taila no salga a saludar y/o morderle los zapatos y en una millonésima de suspiro, se me había apoltronao el tío en el comedor.

La estampa era de órdago porque el tío, que había comido como poco dos toneladas de lenguas de gato, no paraba de hablar, se hizo con una factura de la luz o el gas (no lo recuerdo) y me iba diciendo no sé qué leches de facturación, descuentos, etcétera a la vez que iba girando la hoja enseñándome que unos son los que ponen el nombre y otros los que facturan (creo).
Le digo que no me maree, que me deje la información por escrito si la tiene, que si no, le diga a su superior que me la mande y que ya veré qué hago, soy un ratón reflexivo y tengo que valorar la situación (no me lo creo ni yo).

De mientras Taila no ha parao de juguetear con el maletín, con los pies del pavo y con su chaqueta y ni por esas se da por vencido.
A todas luces el pavo está sordo como una tapia, porque me ha ignorado por completo, no se quiere ir, no se levanta del sofá y me vuelve a repetir el mismo rollo.

Yo, que peco de impaciente, me hago con unas cuerdecillas que tengo por casa (agradezco los arranques de bricomanía del Potter) y una cinta de embalar y lo amordazo. El pavo no calla ni debajo del agua.
Cuando se ha hecho el silencio, le miro las orejotas, no hay cascarrias así que le manifiesto que ahora que me oye, me puede también escuchar: si tienes la información para revisarla la valoraré, si no, ahí está la puerta.

Parece que me ha entendido, recoge bártulos, lo acompaño a la puerta, lo desato, le estornudo encima y le pego una patadilla en el culo para que se vaya a dar por saco a otro sitio.

Qué a gusto me he quedao.

Topposatisfecho