martes, 10 de mayo de 2011

De barbacoas y footing


El Sarcastrómetro y el Chicarrón del Norte hace cosa de tres años, se apuntaron a la moda de la mudanza olímpica, le cogieron gustito a empaquetar y desempaquetar y se han ubicao y desubicao de sitio al menos tres veces en tres años.
Esta vez, han pertrechao el cambio en menos de quince días y han venido a establecerse al ladito de nuestra morada.

Los Chicastrómetro (hago un mix que si no se me hace mu largo) tenían como objetivo pisico con terraza y ya lo han encontrao.
Hace menos de una semana que se han instalao, de hecho, la primera noche que durmieron en el piso fue la del jueves pasado y, mira tú por dónde, el viernes por la mañana me encuentro al Chicarrón en el passeig de sant joan.  Yo con los párpados pegaus haciendo el paseo matutino con Taila la gossuna y el Chicarrón, que parecía escapao de la ducha, se iba por patas al currito.

La cosa está en que el Chicarrón no cabe en sí de gozo con sus terrazas (el piso tiene dos), no han deshecho todavía las cajas pero él sabe priorizar y ya me está diciendo que se muere de ganas de hacer una barbacoa. Hago un canto a la prudencia y le comento que cuando quiera, estamos a tiro de piedra, así que se lo tome con calma y cuando se hayan instalao y estén tranquilicos, ya dirán.

Le mando sms al Potter pa comentarle anécdota mañanil y decirle que el Chicarrón quiere hacer barbacoa, aunque no tiene enseres para ello. Potter, agarra teclao por banda y me manda mensaje cervantino por lo largo y currao del texto: Barbacoa ya.
Se coñoce que el hecho de mudarse es estresante a la par que un agobio contumaz, porque parece que las pertenencias se hayan multiplicao por mil. Y por ello pienso que lo de la barbacoa, teniendo en cuenta que todavía la han de comprar, la vamos a celebrar en año nuevo.

Esa misma tarde de viernes, recibo sms del Sarcastrómetro: inquieto y agitao, convidándonos a ver el pisico y luego ir a tomarnos una caña al bar de al lado. Potter y yo que para el viernes llegamos en modo arrossega-meng, accedemos.Birra en mano, denotamos que el Chicarrón manifiesta cierta zozobra al consultar predicción meteorológica de bonanza y no tener barbacoa en casa. Cenamos y despedida y cierre.

Sábado: Potter y yo de gestiones varias, entre otras, el ir a comprar unas bambas para mí y así ir a hacer footing . Vamos a formar tándem con Potter, a ver si consigo de una vez que el culo me quede al final de la espalda, en lugar de ir arrastrándolo como viene siendo habitual en mi persona.

En la tienda de las bambas, me han hecho un máster acelerao de lo que es el "runnear" y una vez escogidas, rejostión económico al canto, ambiciono el convertirme en Toppo Gump.
Llegamos a casa tarde y como nos hemos puesto en modo sano-esportif, no salimos.

Estado de sofing a mansalva cuando para mi sorpresote, recibo un sms del Sarcastrómetro que reza y cito textualmente: "sense ànims de ser veïns pesats i que no serveixi de precedent :-) demà fem bbk a casa. Si us voleu apuntar esteu més que convidats".
Se lo leo al Potter y nos coge la risa imaginándonos el baile de San Vito del Chicarrón - el niño agonías de la barbacoa.

Mañanita siguiente, despertador a hora intempestif, quita legañas, lava piñata, modelito de jogging (asusto al miedo), carretilla para trasladar el culo, arnés y correa de Taila y excursioncilla hacia la carretera de las aiguas.
A las 9 de la mañana de un domingo, la carretera de las aiguas parece las Ramblas a las doce del mediodía, la madre que nos parió. Biciclistas, runneros, gosunos, paseadores, namás faltan los paquis vendiendo rosas.

Iniciamos correrías a ritmito pausao, me sé tocino y calculo que en media hora me fundiré, porque me he dejao llevar por el mantismo zamorano y hace tiempo que no doy palo al agua deportivo. Mis predicciones son correctas y cuando llevamos media hora de trote, le digo al Potter que continue, como veo que Taila está activadita, convenimos en que les espero en el coche. Se van.

Continuo corriendo a mi ritmito y al cabo de cinco minutos aparece Potter como una exhalación. Taila que es de ideas fijas, le ha dicho al Potter que prou, que quiere volver conmigo. Me la trae y se larga.
La agarro y continuamos con la vuelta. A diez metros de haber reiniciao la marcha, Taila se para en seco. Sutrac y derrape. No salgo volando de milagro.
La tía es como el perro del hortelano, ni come ni deja comer. Manifiesta espíritu de equipo y dice que o vamos juntos o nasti. Así que me intenta arrastrar hacia la dirección en la que se ha marchao el Potter. Tócate los mondongos.
De hecho, no me arrastra, inicia un sprint heavy-metalero. Le sigo el rollo, me agota y empezamos un estira i arronsa, todo esto aderezao con el esquivamiento de los adeptos a la mountain bike para que no me hagan la pedicura, ni me aplasten a la gosuna; júbilo sin parangón. Así hasta que vemos aparecer al Potter.

Cabe decir que de los asiduos estira y arronsa que tengo con Taila, he desarrollao bola en el brazo derecho, cosa que me desequilibra y hace que camine inclinao: estoy para que me vengan a ver al circo.
Plácida retirada a ritmo de trote.
Llegamos a casa y ya tengo agujetas. En pocas cosas he sido precoz, resulta que para lo chungo, síp.
Apalanque de momingo. Llega la hora de visitar a los Chicastrómetro. Curiosidez por la barbacoa.

Llegamos, sorteamos cajas y pasamos a la terraza, el Chicarrón está ya tó liao con el carbón y el grill, y el Sarcastrómetro presenta cara de congoja cuestionando insistentemente si se va a originar un incendio. Total confianza que tiene el Sarcastrómetro en las dotes del Chicarrón.

Al principio me acollono un pelín, teniendo en cuenta antecedentes de la pareja en cuestión gestionando velas en su casa convirtiéndose en piro-mengs. Luego, paso de todo. Entre otras cosas porque no me aguanto los peditos. Así que me relajo, no hago ni el huevo y me siento en la terraza a entablar conversación con el Sarcastrómetro. El Potter, curioso y bricolagero de mena, ya se ha arremangao y está lidiando con el carbón, las pinzas, el papel y el mechero siguiendo instrucciones del Chicarrón.

Sarcastrómetro y yo hacemos un mano a mano de trinaranjus primero (me han ofrecido vino pero me cogen remordimientos por el esfuerzo deportivo hecho anteriormente), a la que hemos bebido dos vasos, nos pasamos al vinacho y pienso que tampoco me voy a flagelar, qué narices.
Así conversando, el Sarcastrómetro me manifiesta su sin vivir tras la mudanza; no encuentra nada, se ha hecho la picha un lío con las cajas y cuando se piensa que ya ha encontrao las bragas, le sale un bol estilo japonés, que obviamente no se puede poner en el arco de triunfo.

De mientras nos estamos poniendo las boticas de carne a la brasa, el Chicarrón nos relata que en su afán de montar la terraza, se pasaron (los dos) medio sábado recorriendo grandes superfícies en busca de complementos terraciles y barbacoa perfectos y el otro medio (él solo- risas de fondo del Sarcastrómetro) peleándose con mobiliarios varios.
Apuntar que una vez se sienta el Chicarrón en el banco para disponerse a comer, oímos una especie de crujido. El banco se mueve un poco y los Chicastrómetro se balancean encima. El Chicarrón confiesa que al montar el banco le sobró un tornillo, así que podría darse el caso de que acabaran en el suelo antes del postre. Les recomendamos que coman poca carne.
Le preguntamos al Chicarrón si le sobró algún tornillo en nuestras sillas. Dice que no, así que nos despreocupamos y a ellos los dejamos a su suerte. Espíritu solidario a rabiar.

Ingesta realizada. Le damos un repaso a la botella de Bailey's.
Le digo al Sarcastrómetro que ellos sí que saben. Qué más dará la ropa interior cuando tienes bien geolocalizao el tema alcoholímetro.
Empezamos a cotillear las vistas de la terraza. El Chicarrón ha rescatao un osito de peluche que estaba en una repisa de su terraza y empieza a jugar al tenis con Potter y el oso como pelota. Dos pases y el osito sale volando hacia el patio de abajo, cae justo ante el hocico del perro que se queda flipao primero y encantao después por poder rosegar algo a gusto.
Nos quedamos regardeando un rato y con el efecto del Bailey's todo nos hace una gracia infinita. Le chillamos al vecino del perro, que acaba de salir de su ducha (muy bien montada en su patio de teca con piscina incluida) mostrando torso al aire con toalla anudada a la cadera.

Sarcastrómetro lo intuye, le da pereza ir a por las gafas. Iniciamos intentos de entrar en contacto via señales con vecinos varios terraciles: se deben haber olvidao las gafas todos, no nos ven. Risa tontuna igual. Hay que ver lo que sube el Bailey's.

Llegada la hora de guarecerse, nos despedimos. Me congratulo que en este edificio tengan ascensor, sólo de pensar que me quedan cuatro pisos por trepar me saltan los lagrimones. Las agujetas no me dan tregua, y cuando llego a casa, Taila tampoco. Juegos y paseo vespertino: vuelta a bajar, pasear y subir. Esta vez para realizar el ascenso, me tengo que ayudar de los brazos para ir ubicando ora una pierna en un escalón, ora la otra. En breve me monto una vía ferrata en la escalera.


Toppo eslomao, un poco pedo y contento.