viernes, 11 de mayo de 2012

marujoneando

Reemprendo de nuevo actividad melaxuflil. Las musas no se han dignado a venir a visitarme pero acuso hoy mal de San Vito y tengo que redirigir esta energía en algo, digamos que productivo.

La semana pasada, después de un puente a medio curro sí, curro no, para drenar el estrés reinante, no se me ocurrió otra cosa que enganchar una galipandria de tres pares de pelotas. Así que estuve de miércoles a viernes  con el kleenex pegado a la tocha.
Vino el refredado y se me llevó por delante. Con tan buena suerte que me dejó medio muribundo por casa y la nariz regalimosa, como un grifo de esos tan empreñadores que gotean por mucho que los cierres fuerte, fuerte.
Mis esfuerzos fueron en vano al tratar de anudarme la tocha, nasti. Estornudo p'arriba, estornudo p'abajo.

Por ello me tocó estar haciendo guardia de currito desde casa, en pantuflas,con el kleenex por peineta y la batica anudadica al cuerpo para no tener tembleque febril. Así que me atrevería a tildar el retablo que conformaba mi persona en generador de reacciones del tipo: el grito de Munch o la primera vez que ves a Rossy de Palma. Un espanto en cualquier caso.

En uno de estos momentos de improductividez, me coge el arrebato marujil y saco la ropa de la lavadora- recordemos que las carga el diablo.
Me dispongo a ir colgando cada una de las cosas que he lavado, salen tantos calcetines que me da la sensación que en vez de ser bípedos, tenemos cuatro patas cada uno, la virgen.

Como el tiempo primaveral que nos acompaña está algo inestable, por no decir, mierdoso, decido colgar la ropa en el colgador interior, venido a Sisí (no emperatriz) que tenemos en la galería.
A la Sisí le ha dado por caerse una o dos veces al suelo y como es endeble de cojones, se le han desenganchado un par de alambres.
La cosa tiene su gracia cuando estás tendiendo y, de repente, se te cae lo que has colocado al suelo por despiste: ji,ji, ja, ja.
Ahora bien, pierde cualquier tipo de asomo risil, cuando uno recoge la ropa del suelo y a uno de los alambres de la Sisí (no emperatriz) le da por arremeterme el jeto y  hacer un pincho moruno con mi ojo. No me va nada bien.
Chillo. Mucho. Pierdo el mundo de vista. Me recompongo. Ha sido un susto. No ha llegado a afectar órgano vital. Me va a dejar un rasguño del tamaño del cañón del Colorado en el párpado, por lo demás todo bien.
Saco el jeto por la ventana y me ensumo que no va a llover, así que decido que le den por culo a la Sisí (no emperatriz, sí puta) y que tiendo fuera.
Primera hilera, rellena. Bien. Segunda hilera, rellena. Bien.Tercera hilera: está lejos. Mierda: no llego.
Me pongo de puntillas para primero extender camiseta y luego poder poner la pinza a cada extremo. Primer reto conseguido.
Me toca tender sábanas interminables. Pesan un quintal. Esto es un sindios.
Me pongo de puntillas, muy de puntillas. Y no llego.
Así que me esfuerzo y estiro más para tender la sábana en el último riel, me estiro tanto que primero pongo pinza y luego con tanto brío que he pillado con el estiramiento me quedo colgando de la sábana y el riel.

Me da la sensación que protagonizo la jungla del marujón, sin Bruce Willis salvador ni nada.
Primero me dejo envolver por el pánico, pero hago de ratón reflexivo porque pienso que ahora mismo no puedo dejar esta perra vida así, por una tontería tan gorda como tender la ropa. Morir en el intento de tender es del género gilipollas.
Así que con las dos manos agarradas en el riel, me balanceo un poco, a lo trapecista amateur. Y con dos embranzidas me lanzo en plancha hacia dentro de la ventana de la galería.
Caigo encima de la Sisí (no emperatriz, sí puta) y me la acabo de cargar del todo. Pequeña venganza por lo del ojo; que se joda.
Menuda mañanita. Me sumo en un torrente de emociones y paso de la risa histérica al llanto en un santia-meng.
Taila se lo ha mirado todo desde la barrera y mientras yo luchaba entre la vida y la muerte, ella se estaba limando las uñas. Cría perros.
Después del accidentado tendimiento de ropa, me asomo al botiquín y me tomo 3 valiums que me dejan K.O ipsofácticamente.
Cuando me despierto, me encuentro tirado en el suelo, al lado del botiquín y de Taila. Me he pegado una sobada de campeonato con río de baba y todo. Con los sustos que me he llevado todavía me pregunto cómo he controlado las funciones del esfínter.

Toppomoraleja: la próxima vez va a ponerse a arreglar tu padre.