jueves, 25 de noviembre de 2010

cumplepotter feliz


Ayer fue el cuadragésimo cumpleaños del Potter, se le llena la boca a uno al decir cuadragésimo. CUA-DRA-GÉ-SI-MO. Sí, sí, se llena mucho. En fin que le han caído un porrón(je, je).

En vista de que estos últimos años le he ido regalando tecñología puta que le encanta y, por ende, se quedaba enganchao al trasto de turno; este año he decidido regalarle algo cachondo a la par que poco práctico para no ir alimentando el monstruo que creé hace ya unas cuantas temporadas.

Me decidí por encargarle una caricatura en la que salimos los dos. Potter como prota y yo de comparsilla.
El coleguita que la ha dibujado, la ha clavao. Mejor dicho, lo ha clavao a él; yo me parezco de refilón. No me extraña porque como ya he explicado en algunas ocasiones, tengo un físico complicao que ni para caricatura sirve. Manda cojones.

Al salir del curro y como no le he hecho pastel cumpleañero, me paso por el super y me pillo un tigretón doble y una pantera rosa doble, las velas grandotas para que a uno le quede claro que ha sucumbido inexorable-meng al paso del tiempo y me planto en chez para hacer la performance; así que tiene un pastel que parece un código de barras marrón y rosa y las velas ahí dando guerra.
Potter se emociona y aunque se esconde e intenta disimular, se le ha saltao una lagrimilla o dos. Pide un deseo y sopla.

Potter está la mar de contento con su regalo y su pastelito feliz así que me invita a cenar pa celebrallo, en plan parejil du-du-á.
Arañando el espíritu juvenívolo que nos caracteriza, por la tarde nos fuimos a hacer tiempo a un bareto llamado El Pasaje, ubicao por los alrededores del expoliau Palau de la Música.
Al camaruta se le ha terminado la cerveza, así que no nos deja otra opción que pedir una copa de vinacho, del tinto.
El bar en sí tiene su gracia, como su nombre indica está ubicado en un pasaje de estos del barrio de la Ribera y se distribuye a lo largo del mismo, así que de frente, lo que es de frente, no te encuentras nada; mesas, champiñones estufiles, taburetes y barra están a los lados. Y la tele de plasma grandota para ver el fútbol, colgada del techo en el centro del pasaje. Hace gracia ver cómo se asoman las cabezotas a cada lado para ver el partido de la champiñons.

Una vez consumida la cata vitivinícola, nos vamos chino-chano hacia el Born. Hemos decidido dejarnos caer por el Santa María, hace tiempo que no nos ven el pelo por allí.
Cenamos la mar de a gusto, si no fuera porque llevo arrastrando un catarro a conjunto con espasmos tusivos de aúpa.
Estas últimas noches he podido conciliarme con el sueño a eso de las 3 AM porque antes me he dedicado a realizar una serenata a la luz del candil de tos carrasposa de perro apaleao que me ha generao unas agujetas del copón.
Y como colofón a la noche, me levanto con unas ojeras con las que tropiezo cada dos por tres.

Potter que me ha sufrido expectorar todos estos días, harto ya de no pegar ojo, me recomienda anteayer que me compre codeisan, se coñoce en el sector farmacéutico que corta la tos en un periquete.

Cuando oigo tal explicación me desplazo raudo y veloz a una botica a que me vendan las pastis. Me las venden. Y yo me las tomo. Una por la noche. Y una ayer al levantarme.
El resultado de tomarme el codeisan ha sido tan milagroso como singular. Me explico: ayer estuve todo el día viajando como en una nebulosa dichosa de proporciones inconmensurables.
Tanto es así, que cuando me terminé la copa de vino que me tomé en el restaurante, se me cayó la cabeza encima del plato, con tanta buena suerte que el maki de diseño me quedó incrustao en el ojo derecho a modo de monóculo.
Hace tiempo que no veo Dr. House y hasta anoche no caigo en la cueng que lo que me tomo es rollito duro.
Visto el resultado deduzco que no aguanto bien las drogas, así que pedimos la cuenta y nos largamos pa casa.
Potter casi me tiene que llevar en volandas pa introducirme en el sobre. La próxima vez brindaré con trinaranjus. Feliz cumpleaños Javipotter.

Toppoyonkarra