viernes, 18 de diciembre de 2009

me sobran los motivos


Ayer tuve el gran honor y privilegio de acudir al concierto de Joaquín Sabina.
QUÉ GRANDE Y QUÉ MAESTRO ANDE LOS HAYA.
Todo el repertorio fue de un gusto exquisito. Lástima que tuve la puta mala suerte de estar rodeao de por un lado un grupeto de elementos subversivos veinteañeros con efluvios etílicos más que obvios y alguna que otra substancia psicotrópica que les hizo moverse más que un puto molinillo.
Por otro lado de un par de verduleras, arrabaleras que, no contentas con berrear improperios a mansalva, empezaron a echar las cuerdas vocales por el hocico, desentonando, coreando y voceando las canciones a destiempor. Dando fe así de que se las sabían todas, y de paso obligándonos a todos a pedir hora de urgencia al DOCTOR RINO para mitigar sordera repentina.
En un momento dado, me doy cuenta de que mi silla se mueve sola y que yo también; el destino, ha tenido a bien regalarme la compañía lateral de una especie de cachalote que a la que se anima, hace temblar toda la fila. Tiene el sentido del ritmo alterao y confundío, con lo que el palmeo se repite una y otra vez y me es difícil seguir el ritmo de la música.
Lástima de bazoca que los seguratas no me dejaban entrar, hubiera sido una de esas compras por impulso, que al final resultan de lo más práctico.

Lo dicho, me sobran los motivos.

toppoviolento

1 comentario:

la ninja dijo...

ay qué "mallores" nos hacemos y a mí también como me molesta a menudo todo el mundo mundial y quiero liarme a garrotazos con ellos todos toditos ;)

recuerdo un sabinismo con vos y una rubia (entonces morena) de hace muchos muchos muchos años (¿palau st. jordi?) y por aquellos entonces, ya considerábamos que daban por saco los veinteañeros (y nosotras debíamos serlo también, imagine). pensándolo bien, tal vez no sea una cuestión de edad sino de ingente e innata intolerancia ;)